octubre 10, 2008

Tradicional para usted, científica para "Su Santidad"

La fascinación mundial por el Dalai Lama ha sido bien aprovechada por los mercaderes de la orientalidad mema, sin duda alguna, entre otras cosas presentando al señor de las gafitas y la sonrisa imborrable como adalid de los derechos humanos y la participación democrática (véase la Nota 1).

Abundan, sí señor, las páginas y publicaciones que identifican al budismo tibetano, el lamaísmo, con todo el esoterismo, magia, brujería y misticismo orientales, incluido el producto más rentable que hay: la pseudomedicina o antimedicina basada en supersticiones.

Pero cuando se trata de la salud del jefe del cotarro, del propio Dalai Lama, no vaya usted a creer que se atiende con los médicos tradicionales que promueve, nonono... el Dalai Lama va con los médicos de la horrenda conspiración que difunden a tanto la hora "expertazos" del escaso caletre de Bruno Cardeñosa, el renacido mago yuyu Txumari Alfaro o el enmohecido Paco Porras... "Su Santidad" consume medicinas de ésas que "matan", según dicen los vendedores de curas milagrosas y cuentos para incautos, y se interna en hospitales donde los médicos lo curan sin acudir al misticismo... ¡para que salga sano y siga vendiendo camamas a un mundo que comulga con ruedas de molino (molino de oraciones, en este caso)!

Así, el diario Público nos relata que "el líder espiritual tibetano" que usa el alias de "El Dalai Lama", fue sometido a una intervención quirúrgica para extirparle un cálculo biliar en un hospital de Nueva Delhi.

Para reírse uno hasta que se le afloje el ombligo... o hasta que le den ganas de llorar por las víctimas de estos personajes.

Porque no hace tanto, ya en este 2008 de la crisis made in Bushlandia, la Oficina del Tíbet en Nueva York, que presume de ser, ni más ni menos, la "Agencia oficial de Su Santidad el Dalai Lama y el Gobierno Tibetano en el Exilio para las Américas" (véase la Nota 2), aprovechando el viaje para enzarzarse en una sesión de patadas contra la gramática, nos anunciaba muy oronda que el Men Tsee Khang estaría presente en un rimbombante "Simposio Internacional de Medicina Tradicional y Prácticas Contemplativas" en Brasil.

El Men Tsee Khang es el nombre en tibetano del rimbombantísimo Instituto Médico y Astrológico Tibetano de Su Santidad el Dalai Lama cuyos documentos declaran que fue creado (y financiado, ni pregunte cómo) para "conservar y promover las antiguas tradiciones tibetanas médicas y astrológicas". El mismo sitio nos ofrece el que llaman "tratado fundamental" de las creencias místicas sobre la salud, el rgyud-bzhi, que no se diferencia en nada de los demás tratados precientíficos, incluyendo una forma de diagnóstico que incluye tomar el pulso del paciente, ver su orina y hacerle preguntas. Se supone que esto es mejor que escaneo TAC, una resonancia magnética, un análisis genético y un estudio de la sangre al estilo de los "médicos malvados".

No obstante, los encargados del Men Tsee Khang afirman que "la medicina tibetana es una ciencia, arte y filosofía que proporciona un enfoque holístico al cuidado de la salud". La palabra "holístico" es muy usada por distintas formas de mal llamadas "medicinas alternativas" y es un sinónimo muy fashion de "total", es decir, que atiende "todo" y no sólo los síntomas, aunque uno duda de que tengan idea de qué es "todo" si según ellos, "oficialmente" todo lo que hay en el universo está hecho de cinco protoelementos: tierra, agua, fuego, viento y espacio. Nada del oxígeno, el neodimio ni el ácido desoxirribonucleico, claro.

El instituto, como el resto del budismo-negocio, no da puntada sin hilo, sino que comercializa y exporta una serie de productos, incluidos algunos para el hígado, que al parecer no sirven si usted es el Dalai Lama.

Un resumen de esta historia la escribe en español "Karateka" (un seudojaponés, supongo) en el articulete pomopsamente intitulado "El Tíbet: Medicina de todos los tiempos". Pase y vea que no me lo estoy inventando.

La "Casa Tíbet México", que tampoco la lleva muy bien con la gramática, no tenía empacho, sin embargo, en adjudicarle embusteramente el título de "Doctor" a un tal Tseten Namgyal que ha instalado su guarida en México, desplumando incautos con inclinaciones orientaloides mediante "consultas", cursos, conferencias y demás.


La "Fundació Casa del Tíbet" hace lo propio en Barcelona con un sonriente Nida Chenagstang, al que declara urbi et orbi "Dr." para que los ingenuos sacudan los 70 o 90 euros que cuesta escucharlo hablar de la "Curación Mántrica", misma que consiste en usar "sonidos" (mantras, grupos de sílabas que se repiten hasta la náusea) para convencer al cáncer de que se disuelva, a los bacilos de Koch que cesen su ataque contra los pulmones y al ébola que se deje exorcizar. Como mucho me temo que este anuncio desaparezca cuando lo sustituya otra fuente de ingresos "tradicional, alternativa y espiritual", dejo aquí la captura de pantalla.



Libros, conferencias, cursos, discos CD con cantos lamaístas, toda la panoplia de la parafernalia esotericoide paranormal. Y la medicina juega un papel esencial allí, convenciendo a millones y millones de desinformados y poco avisados occidentales de que abandonen la medicina basada en evidencias, la que puede dar pruebas de lo que dice, a cambio de un universo de cinco elementos...

... y mientras tanto, el patriarca del establecimiento comercial se va con los médicos de verdad, a practicarse medicina de verdad para seguir recorriendo el mundo, sonriendo, cobrando y ayudando a su familia, que sin él nadie sabe qué haría.

Me recuerda tanto cuando el "cirujano psíquico" filipino Tony Agpaoa sufrió una apendicitis y, en lugar de ponerse en manos de las docenas de sus alumnos especialmente entrenados por él en persona para succionarles el contenido de la billetera a los que iban a su "clínica", se fue alegremente a San Francisco a operarse.

Porque, según confirmo, el "Venerable" Lodoe Gyatso, hermano de un tal Tensin Gyatso (nombre real del Dalai Lama) fue incluso nombrado por su hermano director del área de astrología del Instituto de Medicina y Astrología arriba señalado... pero el sabio y experimentado Dalai Lama sabe dónde se cura uno y donde no, y es clarísimo que a la medicina tibetana le tiene poca fe, además de que no se le ve muy convencido por el Buda de la Medicina, que aunque tal Buda tenga el inquietante y largo nombre de Bhaishajyaguru Vaiduryaprabha, el Maestro Sanador del Resplandor Lapizlázuli (¡se fueron con todo!), a la hora de la verdad mejor un médico y su bisturí.

La fe es, finalmente, producto para lumbreras como Steven Seagal, que se cree la reencarnación de un viejo lama tibetano, y los del negocio le sonríen y le dicen que sí.

¿Y a usted ya le vieron la cara o apenas está en proceso?

NOTAS:
(1) Oficial y oficiosamente, sobre todo en los despachos de los "periodistas del misterio", se omite que hasta 1959 el sonriente tipo de las gafitas y la sonrisa imborrable era el jefe de una teocracia que no trataba al pueblo tibetano mejor de como lo tratan los chinos. El propio Dalai Lama (el mismo, sí, ése de las gafas y la sonrisa) regía un país cuya economía dependía de la servidumbre feudal. Cuando niño, si alguien cometía algún atroz delito contra el rey-dios Dalai Lama, no era infrecuente que los condenara a recibir latigazos en cantidades generosas, a la amputación de la nariz y las orejas y otras cosas que no parecerían coincidir con su visión de "hombre de paz" que la publicidad impulsa hoy.

Así lo consigna el libro A portrait of lost Tibet, donde los autores narran, sobre su viaje de 1942-43: "El castigo más común son los azotes: 100 latigazos no se consideran graves en caso de un delito menor. Por atraco, bandolerismo armado o asesinato, la pena es la pérdida de una o ambas manos, o piernas, que se cortan por encima de la rodilla. Para sellar las arterias, los muñones se sumergen de inmediato en aceite hirviendo, pero el Changchi (oficial del gobierno) se queja de que muchos culpables mueren después de la amputación de las piernas." Un inconveniente, sin duda, pero el Changchi reconoció a los autores que después de una fuerte pena de latigazos propinados en las nalgas y un poco más abajo "el culpable pocas veces puede volver a caminar, debido a que los músculos y tendones quedan destruidos".

La religión de la paz y su Dalai Lama también han mantenido su propia guerrilla budista, algo que sin duda parece o bien hipocresía religiosa (tan común en oriente como en occidente) o bien una paradoja de proporciones. La guerrilla Khampa del Dalai Lama estuvo activa desde la década de 1950 hasta la de 1970, con el poco sorprendente apoyo de la CIA. Nunca han pedido perdón.

Nota 2: El Dalai Lama que llora en público diariamente por la suerte de 6 millones de tibetanos que ya no son sus súbditos, sino ciudadanos chinos (maniobra que se conoce como "pasar de la sartén al fuego", o "pan con lo mismo"), siempre vivió como príncipe en el exilio de la India con dinero de los Estados Unidos. "Democráticamente", desde 1960 hasta 1990 nombraba a dedo a los miembros del "parlamento en el exilio". Una vez creada una semblanza democrática, en 1991, miembros de la familia del Dalai Lama ganan "elecciones" al parlamento constantemente. Es la familia que antes de la huida de Tíbet poseía personas, según algunos informes, en el esquema feudal, donde los lamas eran la aristocracia que no trabajaba ni en defensa propia, y vivía de la exacción de campesinos y siervos, ¡qué ejemplo maravilloso para todos!